La implementación de herramientas tecnológicas y de inteligencia artificial en México e Iberoamérica ha sido un proceso clave para acelerar la inclusión financiera, pero enfrenta desafíos significativos más allá de la adopción de hardware y software. A través de mi experiencia de más de 20 años en la industria de seguros y fianzas, he observado que aunque muchos brokers, despachos y promotorías han invertido en tecnología, no han logrado optimizar sus operaciones eficientemente. El principal obstáculo no radica en la tecnología en sí, sino en la calidad de la información que estas herramientas procesan. Los problemas más comunes son datos dispersos, duplicados y, sobre todo, incompletos.
Este escenario problemático es, a menudo, malinterpretado como falta de tecnología avanzada, errores humanos o insuficiencia de personal capacitado. Sin embargo, la raíz del problema es la mala calidad de la información. En un mundo donde lo que no se ve no se mide y, por ende, no se mejora, la calidad de los datos se convierte en un cuello de botella crítico para cualquier operación.
En contraste con las insurtech, que se enfocan en perfeccionar algoritmos, los corredores tradicionales ofrecen un valor irremplazable: el trato humano y la experiencia. Pero, esta ventaja se desvanece si no se aborda el problema fundamental de la calidad de la información. Es fundamental reflexionar sobre la verdadera calidad de los datos con los que se toman decisiones diariamente y considerar que mejorar la calidad de la información puede ser más beneficioso que invertir en tecnología sin direccionamiento claro.
Este análisis no solo busca provocar una reflexión profunda sobre la importancia de la calidad de la información en la era tecnológica, sino también invitar a abrir un diálogo sobre cómo podemos enfrentar este desafío juntos. Con ello, se espera enriquecer la conversación y abrir caminos hacia operaciones más eficientes y una verdadera inclusión financiera en la región.